lunes, 28 de abril de 2008

A la Hora del Retorno

¿Dónde estás Santiago de mi infancia?
pedazo,
perdida entre las calles te busco
al despertar.
Mis manos han palpado caminos
que llevan a olvidar,
lo que fue de mi ciudad
y el presente se transforma
en invierno y soledad.
Tu visión parece otra
un poco ajena, un poco muerta,
esos rostros sin retorno
que se han ido y no han vuelto mas.
A la distancia solo queda,
destierro,
la verdad que anda flotando
llegue a ser reencuentro de Paz.
¿Dónde estas Santiago de mi infancia?

jueves, 21 de febrero de 2008

Chiloè




Quiero volver a Chiloé

quiero mirarme en el canal,

busco una barca de metal que

no se pudra de esperar.

Tengo una risa magistral para llorar tu soledad.

Amada isla donde estás?

dame tu papa y tu morral.


Como las nueces de ayer la infancia vuelvo yo a robar.

Un día de azul intensidad aulló de pronto el temporal.

Tembló el reloj en la pared como un caballo de cristal,
y en una casa junto al mar la infancia se nos escurrió.


Y en cada mano nos dejó sólo las nueces del ayer...
Quiero volver a Chiloè
Quiero volver a navegar...
(S & N)

sábado, 9 de febrero de 2008

Es solo cuestión de tiempo...

No se cuándo volveré, pero sé que volveré.

Cada quien es lo que es y aunque demos vueltas por el mundo, aprendamos, cambiemos, seguiremos siendo, así las palabras que pude decir, escribir y compartir, seguirán estando y este deseo que abrió esta página hace un año, sigue luchando por salir de mí.

Cuando logre volver del pasado, otra vez escribiré.

viernes, 3 de agosto de 2007

Preludio


Comenzamos nuestro viaje por la mañana, a las 9 partió el autobús a Madrid. Después de seis horas llegamos por fin a comer algo. Los niños están cansados y todavía no hemos empezado.
Recuerdo la estación de hace unos años, que me parecía oscura y vieja. Entonces estaba nerviosa, asustada y con tres pequeños que no sabían qué sería de ellos. Esta vez es distinto, muy distinto…
Las horas van pasando, las ansias aumentando. Debemos trasladarnos en metro al aeropuerto. Prefiero antes de partir, dar un paseo por la ciudad, siempre que no haga mucho calor, la ciudad se me apetece de cerca, escuchar otro acento, otras caras, otro aire que no sea el mismo de hace 4 años.
Un par de veranos atrás, en Oviedo, recuerdo haber sentido ese placer de pasear por un sitio que agradaba a mis ojos, sentir la montaña de cerca y la brisa del mar a la vez.
Crecí en una ciudad que creció más rápido que yo, pero siempre me sentí bien allí pese a los coches, ruido y humo, aunque escaparse a la playa o la montaña resultaba mucho mejor.
El trayecto en metro es largo, hay muchísima gente y vamos con cuidado, hay que tener precaución con el equipaje, la documentación y el dinero que tanto nos costó reunir.
Llegando al aeropuerto, el paisaje cambia radicalmente, caras de todos los colores, todas las lenguas reunidas. Los niños están cansados, les veo en sus caras los nervios, sus ojos brillan, esta vez nada es desconocido. En unas horas nos colmarán los abrazos y besos, habrán lágrimas, sonrisas, el cansancio ya no se sentirá. Lloraré de alegría, el pecho me estallará y buscaré entre la gente los rostros de los míos y sus brazos agitándose desde lejos.

Alejado de todos, estará la imagen de mi padre, quien quizás cuántas veces soñó con ese momento, volver a vernos, abrazarnos, que sus nietos saltasen a sus brazos... Sí, faltará él, sus manos enormes como las de Benjamín, sus lágrimas de alegría y su abrazo de oso, sin decir nada, pues allí está su fuerza, su amor.
Buscaré por todos sitios y sé que le veré, porque nunca nos ha dejado, solo que ahora descansa de ese cuerpo bello y enfermo, pero su amor infinito sigue allí, aquí, dentro, rodeándonos, allanando el camino.
Este encuentro estoy segura, es gracias a él, a las buenas personas que hemos conocido en nuestro camino, al trabajo de todos nosotros, a la fuerza de mi compañero, a la valentía de mis hijos, a las bendiciones que nos caen como gotas de lluvias cada día, al amor que nos une, a estas ganas enormes de verles, de reencontrarnos, de disfrutar de esta vida que se nos permite vivir.

Estamos cansados a veces aturdidos, el viaje se hace largo y me duelen las piernas, los niños se aburren y no pueden dormir. En este momento, comenzamos a ver el amanecer y el sol se refleja en la nieve de la Cordillera de Los Andes, la nubes no nos dejan ver la ciudad, pero allí abajo está, más grande, más joven, más viva...lo mismo que yo.

viernes, 27 de julio de 2007

Vicente, el vencedor

En estos días, me ha dado por echar un vistazo a los albumenes de fotografías, los de hace años. Se agregaron a esta sesión de recuerdos y nostalgia los niños, haciendo de cada fotografía vista una historia... ¿quién es?, ¿por qué está así o ahí?, ¿ese es mi cumpleaños?, ¿de qué sabor era la tarta?.
Entonces agradecí a aquellos hombres como Niepce, Mandé Daguerre o Fox, quienes dedicaron su tiempo y creatividad a este gran invento, la fotografía. Me dí cuenta, lo importante que resultan para mí los recuerdos y, que quizás, demasiadas veces al día están en mi cabeza.
Cuando llegó la niñera, se entusiasmó con nuestra charla y se sumó a ella, disfrutando al parecer, con ésta limpieza del ático cerebral. Allí, la vida que tiene un nombre hermoso, se encargó de darme una buena lección: La muchacha dijo: "que bonito todo lo que hay en las fotos, tenéis cara de felices..." En cosa de segundos, la balanza de los hechos comenzó a funcionar, los recuerdos que yo quería que aparecieran, lo hicieron, las casas en que vivimos y convertimos en hogares, el patio con césped y ese olor a tierra húmeda de las mañanas, la familia, los viejos, los niños y sin quererlo, de mi boca salieron palabras necias como decir que "entonces, éramos felices". ¿Es que nuestra felicidad dependía de cuan cerca o lejos estuviesen aquellas personas o peor aún, esas cosas que recordaba a diario o aquellas que podía ver de vez en cuando en las fotografías?.
Vicente, tiene 9 años recién cumplidos, es un petardo, pero su amor por nosotros y todos los suyos le sale por los poros y lo plasma en sus canciones que inventa mientras se ducha, o en sus dibujos llenos de colores con los que empapela los muros de casa, en los besos de cada día que luego de limpia con la mano... De soslayo, vi su cara que me miraba extrañado, lo más probable, pensando en lo que me había oido decir. No lo dudó, cerró el álbum, de paró frente a mí y me dijo: "ahora también lo somos mami, yo lo soy, ¿es que tú no lo eres?..."
Supongo que comprendí de qué iba eso que alguna vez escuché de que la sangre se hiela y paraliza, pues eso fue lo que sentí... Mi hijo es feliz y me pregunté por qué, si no le podíamos dar ni la mitad de lo que soñamos, ni la mitad de los recuerdos, pero eso es con lo que nosotros soñamos, lo que nosotros recordamos...
-"¿tú eres feliz hijo?"
-"¡claro!, ¿por qué no?"
¿por qué no? - vaya lección- ¿por qué no serlo?
Siempre hablé de que la felicidad era una forma de vivir y no una meta, que las cosas simples nos vuelven gigantes y que lo más importante era el amor que sentimos, el que damos, el que recibimos. Me descubrí absurda cuando cada mañana añoro a aquellos que están lejos, añoro mi jardín con tulipanes y la nieve de la montaña que no puedo ver...
Callé, respiré profundo y no pude hablar. Mi felicidad no estaba lejos de allí, en las carcajadas que se produjeron, al parecer, por una foto del pequeño durmiendo a medio vestir rendido de cansancio. Mi felicidad estaba en ese momento por poder estar allí, sentada con mis hijos que se sienten felices, no por lo que tienen, esas cosas son de adultos, si no porque se saben amados.
- Pues sí Vicente, soy feliz-

jueves, 12 de julio de 2007

Queda poco

El día de nuestro viaje se acerca y cada vez más rápido, eso me llena de alegría. Nuestra esperada ida a Chile. Pero hoy más que nunca, comienza a invadirme la duda, será mi carácter, mi forma de ser y hacer las cosas: primero me lanzo, luego pienso.



Es verdad que aquí hemos encontrado cosas y sobre todo personas buenas, no podría ser de otra manera y hemos aprendido a vivir sin muchas cosas, pero este proyecto va avanzando muy lentamente y ya necesitamos recoger los frutos.



Benjamín, el pequeño, lleva semanas diciendo que quiere que vivamos en una casa con jardín para poner nuestras plantas, regarlas y sentir el olor a tierra por las mañanas, a cambio, le ofrecemos un piso que intentamos hacer bello aunque no sea nuestro, llenarlo de luz y colores, con aire familiar, con textura amable, donde caben nuestros sueños, nuestras lágrimas, los anhelos, donde vamos armando los fragmentos de vida que nos van quedando.



Así, nos espera la casa de los abuelos, el nogal del patio y los tulipanes que estarán a punto de asomar y de pronto, comienzo amar tanto esas cosas y me da miedo no querer volver. Pienso en los niños y si este será el lugar apropiado donde debemos estar. ¿Vendrá la oportunidad de estudiar?, ¿podremos pasar un mes sin sobresaltos si es que alguien puede?.



Ya estamos desempolvando las maletas, haciendo la lista de lo que debemos llevar, los recuerdos para la familia. Ya estamos buscando la niñera para el hamster y encargando las plantas del salón. Contamos día a día en el calendario que confeccionamos y a los niños les podemos ver sus caras de ansias, temerosos como yo, deseosos, ilusionados.



¿Cómo transmitir aquello que estoy sintiendo?. Deseos, amor, miedo, ganas... y me dejo llevar por este vaivén como en un largo beso tuyo, como la emoción del primer día de clases después de las vacaciones, como las ganas de abrazarte cada noche, como descalzar mis pies al llegar a casa, como esta vida que llevamos en medio de reglas y circulares internas del trabajo, como la cuentas que nunca cuadran y como la certera duda de que todo irá bien.



Nos faltan 18 días!!!

miércoles, 11 de julio de 2007

Al Amparo de la Mañana

En estos días nuestros, tus palabras que me pertenecen desde hace tiempo...

Mi cuerpo tiembla la concluir el tuyo
no parece conservar su impulso de vida
desnudo tu cuerpo encuentro el mío
merodeando el enigma que oculta tu mirada.

Presenciamos juntos la experiencia de la vida,
concertando dos cuerpos en la brisa del deseo.
El silencio es parte del lenguaje del contacto
guía nuestras manos hacia el rostro del encuentro.

Como un niño busco cobijarme entre tus labios,
reencontrar el sitio que albergó mi madrugada.

Todo el Universo se desprende de una lágrima,
purifica el aura de tu imagen,
y puedo ver que la distancia ya no existe
que ya en el canto de la aves no hay misterios,
tu cuerpo llena de colores el desierto,
tu amor disuelve el néctar puro de mis sueños.

Sentir, lo que jamás había vivido
contemplar mis manos, aire de revolución,
configurar con ellas la habitación
que en mi mente, habitará tu amor.

Conservaré el olor de la mañana que ocultó la poesía
del instante previo al pacto de la unión,
extraeremos juntos la sabia eterna que guardábamos
para la ocasión.

Habrá un lugar dónde las horas se detengan,
para no dañar el presente que estremece
los muros de la imaginación que nos invade
cuando las palabras brotan al tacto de las sombras.

La luz invade la mañana que se acaba,
vino a contarnos que las aves murmuraban:
que dos amantes navegaron en su canto
y luego de viajar, su esencia descubrieron.

V.S.